AD PERPETUAM REI MEMORIAM
A los Eminentes Cardenales, Excelentísimos Obispos, Reverendísimos Sacerdotes y Diáconos, Seminaristas, Laicos y a todos a quienes lleguen estas cartas apostólicas, paz, salud y bendición apostólica.
Queridos hermanos y hermanas, con gran alegría y profunda esperanza los invito a celebrar el Mes de las Vocaciones , un tiempo especial dedicado a la reflexión y al discernimiento de las diferentes vocaciones que Dios nos ha confiado. Este año, nos centraremos en el tema: “Vocación: Servir y Testificar” , con el inspirador lema: “¡He visto al Señor!” (Juan 20:18).
La vocación, en esencia, es un llamado a acercarnos a Cristo y comprender el lugar donde Él habita en nuestras vidas. La vocación es la respuesta humana a una llamada divina, una semilla divina unida a un “sí” humano. Ni la percepción del llamado ni la respuesta al mismo es tan fácil o "natural". Exige intimidad con Dios a través de la oración y apertura de corazón para decir tu "sí", siguiendo el ejemplo de la Virgen María que dijo: "He aquí la sierva del Señor. Hágase en mí según tu palabra". (Lucas 1, 38).
En nuestro camino vocacional enfrentaremos desafíos que nos llevarán a la reflexión. Así como los primeros discípulos de Jesús preguntaron: "Maestro, ¿dónde vives? Ven y mira" (Juan 1,38-39), Jesús nos invita a vivir esta intimidad con Él, buscando vivir nuestra vocación con el corazón abierto a expresar. nuestro "Sí"."
El tema "Vocación: Servir y Testimonio" resalta la esencia de la vocación cristiana como una invitación a vivir una vida imitando a Cristo, asumiendo sus actitudes de servicio y amor, y así testimoniar este amor de Dios en nuestras vidas.
Seguir un llamado implica alinear nuestras vidas con el ejemplo de Jesús, quien llamó a sus discípulos a seguirlo no solo como líder, sino como modelo de amor sacrificial y dedicación. Jesús es el que llama, el que envía. Conocer a Jesús, saber quién es despierta en nosotros un gran encanto por él, por la vida que vivió, por la propuesta que nos hace, por eso, conocer a Jesús es el camino para realizar la llamada”.
Servir es la manifestación práctica de esta vocación. Jesús enfatizó que “no vino para ser servido, sino para servir” (Mc 10,45). Nuestra vocación nos llama a servir a los demás, como el Señor que entregó toda su vida al servicio de los demás, llevando la palabra de su Padre y demostrando que quien le conoce también conoce al Padre: "Si me conocieseis a mí, también conoceríais al Padre". ' (Juan 14:7)."
Cuando aceptamos nuestro llamado como un camino a seguir y servir, descubrimos un propósito más profundo para nuestras vidas. Y en él encontramos nuestro propósito.
Por eso, para enriquecer nuestra experiencia pastoral y comunitaria, reconozco la necesidad de fortalecer nuestras auténticas vocaciones a través de Minecraft. Por eso, CONVOCATORIO al mes vocacional de agosto de 2024 en toda nuestra iglesia, con el objetivo de promover, alentar y discernir nuestros llamados a través del servicio, la oración y la caridad. Recomiendo que cada iglesia local dedique momentos específicos a la oración por las diferentes vocaciones y carismas, destacando especialmente la oración por las vocaciones durante las reuniones de oración.
Espero que este Mes de las Vocaciones sea para todos nosotros, en toda la Iglesia, un tiempo fructífero, un tiempo de encuentro con Jesús, de renovación de la fe, de reencuentro con la alegría y con todas las disposiciones para dar testimonio de él y buscar caminos. ser luz en el mundo, especialmente aquellos que utilizamos los medios digitales para difundir la palabra de Dios.
Unamos nuestras oraciones para que el Espíritu Santo nos guíe y nos conceda la sabiduría necesaria para vivir como verdaderos discípulos de Cristo en el entorno digital. Que nuestra presencia en línea refleje el amor de Dios e inspire a otros a encontrar el verdadero propósito de su vida en Jesucristo. Por intercesión de la Santísima Virgen María, podemos vivir este mes con valentía, siguiendo siempre la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Dado y dictado en Roma, junto a San Padre, el día 2 de agosto del año de Gracia dos mil veinticuatro, primero de Nuestro pontificado.
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